La Ribagorza debe su nombre al condado medieval que, durante casi un siglo –entre los años 920 y 1017– gobernaron nueve condes, desde Unifred I a Guillem II. Esta fértil comarca oscense, atravesada por antiguas rutas de peregrinaje y salpicada de pequeños pueblos, es un territorio cargado de historias y leyendas.
Por el valle del Isábena; Graus, la capital de la comarca, ofrece un rico patrimonio monumental: el Portal de Chinchín (s. XVI), la parroquia de san Miguel (s. XIII), las ermitas de Puicremat (s. XII y XIII), santa Ana (s. XII) y san Clemente de la Toreña (s. XII), y la basílica de Nuestra Señora de la Peña (s. XVI); todo ello declarado conjunto histórico-artístico.
Valle del Isábena; Remontando el río desde Graus, existen un grupo de localidades casi inalteradas, con puentes e iglésias románicas de gran interés. Roda de Isábena es una villa medieval con una hermosa catedral románica, con un airoso claustro, restos de murallas y el palacio del Prior. Continuando, en un rincón de gran belleza natural, se halla la iglesia románico lombarda del monasterio de Santa María de Obarra, al pie de unas paredes de roca. Después el río se esconde en el fondo del sobrecogedor Congosto de Obarra, hasta llegar a Bonansa, cruce de caminos que lleva al valle de Benasque y a los de Noguera-Ribagorzana y Arán.
Valle del Noguera-Ribagorzana; Fronterizo entre Huesca y Lérida, esconde tesoros como el magnífico Monasterio de Alaón, edificado en románico lombardo sobre un edificio visigótico anterior. En el límite se encuentra la impresionante Sierra de Montsec, donde destaca el espectacular desfiladero del Congosto de Mont-Rebei, transitable a través de sus pasarelas voladizas.
El Montsec de Aragón es parte de una sierra más amplia que cabalga entre Aragón y Cataluña. Entre ambos territorios, el Noguera Ribagorzana corta perpendicularmente este largo murallón calcáreo a través del espectacular congosto de Mont-rebei. Hasta la década de 1960, un puente unió ambas orillas en un punto de este estrecho corredor fluvial, pero la construcción del embalse de Canelles supuso su destrucción. Esa misma obra influyó decisivamente en la despoblación de unas tierra ya de por sí duras, y que sin embargo guardan un gran patrimonio etnográfico, histórico-artístico y, por supuesto, natural.