Actividad supeditada a las normas y restricciones en los territorios afectados en la fecha propuesta.
La Sierra de Guara es una mezcla de macizos montañosos de diversas estructuras geológicas y sugerentes rasgos geográficos, producidos por una intensa erosión fluvial que ha destrozado la gruesa capa caliza de las montañas, acuchillando valles y tallando barrancos abismales que otorgan al entorno de Guara una personalidad única de irresistibles encantos. Los cañones, valles y sierras de Guara fueron declarados Parque Natural en 1990, pertenecen al sistema de sierras prepirenaicas del Pirineo aragonés y marcan la frontera natural entre las verdes y llanas tierras del Somontano y los valles del Sobrarbe.
La compleja red hidrográfica se alimenta, exclusivamente, del agua de la lluvia sin recibir ni una gota del deshielo de las nieves de los Pirineos, una característica que ha influido en las costumbres y tradiciones de los pueblos serranos, que han llegado a venerar al agua como un bien muy apreciado que siempre escasea con la llegada de los calores veraniegos.
La estructura geológica de Guara es un sólido armazón de calizas acumuladas en el fondo del mar que cubría la sierra en el Eoceno medio con un espesor que supera los 1.000 metros en las alturas de las sierras y en los grandes barrancos del Alean adre, Balced -llamado Isuala por las gentes del valle de Rodellary Mascún, los únicos lugares donde aparecen restos fósiles de Nummulites. La orogenia alpina se encargó de elevar y estrujar las capas de sedimentos del viejo fondo marino, arrugando la corteza terrestre en una sucesión de anticlinales y sinclinales, que son la base de los rasgos morfológicos esculpidos después por los agentes erosivos.
Rodeando las grandes masas de rocas calcáreas afloran importantes formaciones de conglomerados en la vertiente meridional, siempre a menor altitud, expuestas por su fragilidad a la descomposición de los materiales más débiles, regalando al paisaje todo un repertorio de mallos, agujas y monolitos de paredes verticales que son el paraíso de las rapaces. El Salto de Roldán, la Peña del Mediodía, los mallos de Lazas o el Huevo de Morrano son algunas muestras de las atalayas de conglomerado que vigilan en silencio el primitivo reino geológico de Guara. La vertiente norte de las sierras es un territorio de areniscas blandas y caprichosas, un mundo de relieves diferentes esculpido por los elementos y transformado por el pastor trashumante y el campesino paciente que convirtieron un territorio aislado e inhóspito en un lugar habitable.
El principal atractivo natural de las sierras y cañones de Guara es la diversidad de ecosistemas, las fantasías geológicas, la riqueza forestal, y la fauna temerosa y desconfiada, que se sumerge en los rincones secretos de los bosques o planea sin cesar por el filo de los acantilados. La situación geográfica entre la cuenca del Ebro, sometida al clima mediterráneo, y la influencia continental
de la cordillera pirenaica, condiciona la aparición de especies botánicas de ambos ambientes . Espesos bosques de carrascas, encinas, sabinas, chinebros y bojedas comparten las vertientes más húmedas de las montañas con pinares de pino negro, hayas y abetos, donde también aparecen tejos, arces, avellanos y un bello cortejo de plantas y flores endémicas de la naturaleza de Guara.
La huella monumental más importante y destacada del imperio de la media luna es el castillo de Alquézar, una atractiva mezcla de fortaleza defensiva y santuario suspendida de un cerro de inaccesibles murallas calizas sobre un hermoso conjunto urbano de trazado medieval. Las obras comenzaron en el año 802 por orden de Jala Fibn Rasid, levantando una magnífica alcazaba llamada por los cristianos Qasr Banu Jalaf, el castillo de los descendientes de Jalaf, de donde procede el nombre actual de la villa. El arte y la monumentalidad comienzan en Alquézar y se extienden por todos los rincones de Guara. No hay valle, pueblo o sierra sin su ermita o templo románico, sin un refugio de devoción para implorar a los santos por el buen destino.
La vertiente norte de la sierra de Guara se despobló a mediados del siglo XX. Los pésimos accesos, el olvido por parte de las autoridades y el descenso en la rentabilidad de las actividades agrarias llevó a la población a emigrar a otras regiones, especialmente a los Monegros y el Somontano. Pueblos que en otros tiempos fueron prósperos centros ganaderos y artesanos se quedaron completamente vacíos, los viejos sillares de los edificios se agrietaron y los escudos de las fachadas dejaron de presumir de noblezas heredadas durante siglos de cultura rural. Nasarre, Bara, Otín, Lúsera, Ibirque y otros pueblos de grandes casonas señoriales duermen eternamente el sueño de la ruina. Alrededor, los acogedores campos de hierba de las antiguas mallatas ganaderas alfombran las faldas de las montañas, evocan los viejos estilos de vida.
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RECOMENDACIONES Y CONSEJOS
A tener en cuenta en la Montaña
- Sábado 7 de noviembre; Ruta del Río Vero:
En esta ruta caminaremos entre barrancos y tozales donde disfrutaremos de incomparables vistas de las sierras y del cañón del Vero, antiguos corrales, casetas de pastor y las balsas de Basacol. En el sendero bajo la roca donde se alza la Colegiata, disfrutaremos de pasarelas colgantes y escalinatas de madera, observando restos de presas, acequias y molinos, donde históricamente se realizaba un aprovechamiento intensivo del río para obtener fuerza hidráulica y agua para riego.
Ruta de Senderismo: Distancia 9 kilómetros; Desnivel: 340 metros.
- Domingo 8 de noviembre; Pueblos del Sobrarbe de costumbres milenarias.
Con una bella arquitectura en piedras y costumbres como el “esconjuradero” de tormentas o la monumental encina que secularmente ha cobijado la celebración de bodas, recorreremos antiguos caminos vecinales. También pasaremos junto a al molino harinero y de aceite a las orillas del río Vero, bancales abandonados y otros campos de cultivo y carrascal.
Ruta de Senderismo: Distancia 14 kilómetros; Desnivel: 400 metros.
- Lunes 9 de noviembre; Fuentes de la Tamara y Salto de Bierge.
Será posible disfrutar de amplias panorámicas del barranco por el que discurre el río Alcanadre, excavado entre sierras formadas por roca arenisca y conglomerados. Preside este paisaje el Huevo de Morrano (conglomerados de borde de las Sierras Exteriores, se desarrolla un modelado en pináculos, conocido con el nombre aragonés de “mallo”) y la Cabeza de Guara. Atravesaremos un bosque plenamente mediterráneo de encinas y pino carrasco, así como numerosos barrancos antes de llegar a la Fuente de la Tamara, donde existe una gran poza de aguas turquesas.
Ruta de Senderismo: Distancia 10 kilómetros; Desnivel: 380 metros.
* La programación descrita, está sujeta a modificaciones por cambios meteorológicos, logística, seguridad de grupo, lo cual será informado por el guía.