Actividad vespertina para disfrutar del atardecer en los campos de Lavanda, la denominada Provenza Española.
Con casi 1.000 hectáreas de cultivo de lavanda, esta comarca ha sabido transformar sus terrenos en productivos aromáticos, complementados con la destilería de la esencia de la lavanda, que alcanza el 10% de producción mundial, considerándose como la mejor equipada de Europa.
Con los campos llenos de espigas violetas perfumadas, sobre un terreno calizo con inviernos duros y veranos calurosos nos regala un olor característico de cierta intensidad que nos despertará los sentidos. Podremos comprender que la variedad de productos hechos con la lavanda, flores secas, velas aromáticas, esencias y por supuesto la miel de espliego, famosa miel alcarreña.
Brihuega; Situada en el corazón de la Alcarria, esta villa aún conserva gran parte de las murallas (s. XIII) que la rodeaban y el castillo de Piedra Bermeja, cuyo nombre procede del color de la roca sobre la que se asienta. La casona de los Gómez, de estilo renacentista, tiene fachada blasonada y el almohadillado de origen florentino propio de este períodos. De su arquitectura religiosa cabe señalar las iglesias de Santa María de la Peña (que alberga a la Virgen homónima, patrona de Brihuega), San Miguel y San Felipe, todas ellas del s. XIII. En el s. XVIII se construyó la Real Fábrica de Paños, de estructura circular, puerta barroca y jardines. A destacar la plaza del Coso, rodeada de edificios de gran interés y la picota o rollo de la puerta de la Cadena, donde se señala su condición de villa y no de aldea. En el apartado culinario hay que probar destacamos los asados, miel y las tortas dulces de chicharrones y de la virgen.
Lavandula; Matas algunas escasamente leñosas, pelosas en mucho de sus órganos y con glándulas esenciales. Hojas compuestas, simples, enteras, dentadas o pinnatífidas. In florescencias de tipo verticilastro, dispuestas en pisos separados a lo largo de eje florífero o en la estructura compacta, axilados por brácteas. En lo alto pueden aparecer inflorescencia, cuya función es la atracción de insectos polinizadores.
El nombre de Lavandula deriva del latín lavo: lavar, por sus usos como desinfectantes o como perfumes. El único nombre específico difícil de entender es stoechas, que deriva de las islas Stoechades, nombre griego de las actuales islas d’Hyères, en la costa mediterránea francesa, cerca de Toulon.
La mayoría de las especies del género se han utilizado en medicina popular, y por supuesto, como fuente de aromas en la industria cosmética, para lo que se han desarrollado híbridos. Son muy frecuentes cultivos en la Alcarria, Teruel, Albacete, Murcia, etc.
Los cantuesos y espliegos se han utilizado por igual como sedantes suaves y como digestivos. Se supone que tiene también la cualidad de purificar el ambiente de miasmas perjudiciales, incluyendo los de la peste, y de alejar a los insectos, por lo que se guardan en los armarios y arcones, para a la vez, perfumar la ropa. También aromatizan vinos y vinagres. No podemos olvidar el interés ornamental de estas plantas.
Desde el punto de vista ecológico, forman parte importante de nuestra vegetación. Abundan sobre todo, en los matorrales seriales de las formaciones de encinas, alcornocales y quejigos. Estos tres tipos de bosque son los más abundantes en la Península. Es frecuente que me mezclen con jaras, romeros, etc. Una de las mezclas más comunes en la Iberia silícea, no excesivamente rica ni adecuada desde del punto de vista ecológico, es la de Lavendula pedunculata y Cistus ladanifer.